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Haciendo visible... lo invisible... parte 1
Haciendo visible... lo invisible... parte 1
1 de Abril de 2019
No tengo ningún talento en especial, solo soy apasionadamente curioso. Albert Einstein.

El hombre por naturaleza ha desarrollado la curiosidad desde muy temprana edad (por no decir desde el nacimiento); ese deseo por saber, conocer o experimentar algo. Mí¡s de uno recordamos las cosas que de nií±os nos llamaron la atención, o que incluso sin pensarlo dos veces, nos atrevimos a hacer. Sin embargo, con el paso de los aí±os muchas veces nos detenemos a pensar que si tenemos curiosidad nos pasarí¡ lo que a los gatos...
La ciencia no ha quedado exenta del deseo natural de explorar, y a decir verdad, hasta nuestros dí­as, eso ha contribuido sustancialmente en el desarrollo de nuevo conocimiento. Uno de los campos que ha manifestado esta curiosidad constante es el referente a la microscopia. Desde tiempos antiguos diversas civilizaciones como la egipcia, griega, babilónica ya usaban las lentes o lupas como herramientas para obtener imí¡genes aumentadas de objetos, plantas o animales.
La lente mí¡s antigua que se ha conservado es la lente de Nimrud, o lente Layard, descubierta en 1850 por John Layard en el palacio de Nimrud en el actual Iraq. Fue fabricada en el imperio asirio entre 750 y 710 a.C, su dií¡metro es de 38 mm y alcanza los 6 mm de espesor, estí¡ tallada en cristal de roca, tiene forma un poco ovalada y puede lograr aumentos de 3x; se ha propuesto que fue utilizada en un telescopio. Se han identificado otras lentes en el antiguo Egipto durante la Cuarta y Quinta Dinastí­as, sin embargo su uso es mí¡s bien asociado a estructuras esquemí¡ticas del ojo (inserciones de pupila/iris) en estatuas funerarias (por ejemplo, el magní­fico 'Le Scribe Accroupi' y ‘Kai', en el Museo del Louvre). Por otra parte, en la antigua Roma se llenaban esferas de vidrio con agua, esto permití­a observar objetos de forma aumentada al mirarlos a través de la esfera. En China se usó una técnica similar al llenar tubos con distintos niveles de agua para obtener distintos aumentos.
Las primeras aplicaciones de lentes fueron hechas por el matemí¡tico y geómetra griego Euclides (325 - 265 a.C.) y Claudio Ptolomeo (100 -170 d.C.), astrónomo y geógrafo griego, quien fue el inventor del astrolabio usado en las observaciones astronómicas. Séneca (4 a.C- 65 d.C), quien fuera tutor de Nerón y su consejero cuando este fue emperador, relata, al igual que Plinio, cómo el emperador contemplaba las batallas de gladiadores a través de esmeraldas talladas, posiblemente para corregir así­ su miopí­a.
A finales del siglo XVI Leonardo da Vinci ya insistí­a en las ventajas de emplear lentes en el estudio de los objetos pequeí±os. Durante este tiempo, se destaca el estudio de insectos minúsculos, tanto que en el libro Magia naturalis de Giovanni Battista Della Porta (1535- 1615) se describen los principios y usos de las lentes. Malpighi empleó también lentes en sus estudios sobre bazo, pulmón y rií±ón, que fueron publicados entre 1661 y 1666. Cabe destacar que el uso de las lupas (consideradas como microscopios simples) creció sustancialmente durante los próximos siglos, sin embargo su poder de aumento era muy limitado,
No se conoce con exactitud quién fue el inventor del microscopio compuesto. En 1590 Zacharias Janssen y su padre Hans Martens, ambos fabricantes de anteojos en Holanda, fabricaron un microscopio compuesto que constaba de dos lentes montadas en un tubo, y permití­a amplificar una imagen entre 3x y 9x, dependiendo de la distancia de las lentes. Aunque este tipo de microscopio es muy distinto a los que se usan actualmente, su estructura bí¡sica es la misma: una lente actúa como objetivo y la otra como ocular. Otros autores atribuyen a Galileo Galilei la invención del microscopio en la misma época, al combinar una lente convexa y una cóncava en 1609. Otros indican que el verdadero inventor podrí­a haber sido Hans Lippershey, aunque en esta lista se incluye ademí¡s a Cornelius Drebbel que en 1619 presentó su diseí±o con dos lentes convexas. Giovanni Faber, en 1625, fue quien utilizó por primera vez el término microscopio para referirse a este nuevo invento. La primera ocasión que se empleó la palabra microscopio en una publicación cientí­fica fue en 1625 por Federico Cesi y Francesco Stelluti en una publicación de la Accademia dei Lincei, la mí¡s antigua de las sociedades cientí­ficas de Europa, en un trabajo titulado Apiarium, donde se describen observaciones microscópicas de una abeja.
Entre los primeros reportes cientí­ficas que utilizaron el microscopio destaca la obra Micrographia escrita por Robert Hooke y publicada en 1665. En ella se encuentran ilustraciones de plantas e insectos con aumentos de hasta 50x. Se atribuye a Hooke el término “célula” para describir las estructuras que observó en una muestra de corcho, ademí¡s de iluminar las muestras con una vela para observarlas con mayor claridad, lo que aí±os mí¡s tarde se perfeccionarí­a en el sistema de iluminación del microscopio actual.
Otro gran personaje de este periodo es Antonie van Leeuwenhoek (1632-1723), considerado el padre de la microbiologí­a. Este comerciante y cientí­fico holandés mejoró la calidad de los microscopios existentes hasta el momento mediante la fabricación de lentes que lograban hasta 200x. Esto le permitió observar la carne de ballenas, las escamas de la piel y el ojo del buey, quedando maravillado por la estructura del cristalino; pasó horas enteras contemplando la lana de la oveja, los pelos de castor y de liebre. Analizó sus propios fluidos corporales y ensartó cabezas de moscas en alfileres para disectarlas; sus observaciones le permitieron describir protozoos a los que llamó “animí¡lculos”, describió también tres tipos de bacterias, hizo la primera descripción de un espermatozoide humano, ademí¡s de la primera descripción precisa de un glóbulo rojo. Entre sus descubrimientos, destaca el empleo de una solución alcohólica de azafrí¡n para teí±ir cortes de músculo en 1714. Aunque se ha considerado que los microscopios de Leeuwenhoek eran microscopios simples, es decir, de una sola lente, su avanzada técnica de fabricación le permití­a obtener grandes aumentos a la vez que evitaba las aberraciones cromí¡ticas y esféricas que tení­an todos los microscopios compuestos del momento, y que limitaban la nitidez de las imí¡genes observadas.
Continuarí¡ . . .

Dr. Adolfo Soto Domí­nguez
Departamento de histologí­a
Facultad de Medicina
Universidad Autónoma de Nuevo León




 
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Facultad de Medicina, Universidad Autonoma de Coahuila, Torreón, Coahuila, Mexico
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